martes, 28 de abril de 2009

Artigas y el Litoral

Luego de la derrota de los realistas en Montevideo, en junio de 1814, Artigas exigió a Alvear —jefe del ejército sitiador porteño— que la ciudad fuese devuelta a los revolucionarios orientales. Las hostilidades entre sus tropas y las porteñas culminaron con el retiro de estas últimas y la afirmación de la autonomía de la Banda Oriental con respecto al gobierno central. Las bases materiales necesarias para garantizar esa autonomía fueron la apertura de puertos propios y la implementación de una política aduanera, que favoreciera el desarrollo del comercio directo con el exterior. Esta política económica profundizó la enemistad con Buenos Aires.

Coherente con el programa enunciado en las instrucciones que había impartido a los diputados orientales enviados a la Asamblea de 1813 y bajo la premisa de que “los más infelices serán los más privilegiados”, Artigas adoptó una serie de medidas tendientes a democratizar la sociedad. Por ejemplo, la abolición de la esclavitud y la distribución más equitativa de la tierra, con el objeto de fomentar su poblamiento. También estableció ciertas restricciones al reclutamiento, en la milicia, de hombres necesarios para la producción. Con estas medidas intentaba reorganizar la economía rural —fundamentalmente ganadera—, afectada por la guerra. Así, mientras mejoraba las condiciones de vida de los sectores populares sobre los que se apoyaba el movimiento artiguista, buscaba también la colaboración de la elite montevideana, representada en el Cabildo de Montevideo.

La influencia de Artigas, que ya pesaba sobre la Banda Oriental y sobre la población indígena de las Misiones, se extendió al resto del litoral rioplatense. Sectores dirigentes de. Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe lo apoyaron y, de este modo, manifestaron su disidencia con el gobierno central, en 1815 a cargo de Alvear. La región, tradicionalmente subordinada a Buenos Aires, intentaba así librarse de su control político y económico, como también de los sacrificios que le imponía la guerra.

Las provincias litorales veían en su alianza con Artigas en la Unión de Pueblos Libres y en el nuevo ordenamiento del comercio regional, orientado hacia Montevideo, una alternativa favorable a sus intereses locales.

Este agrupamiento litoral con Artigas y la Banda Oriental constituía un serio desafío a la hegemonía del gobierno central y a los intereses económicos de Buenos Aires, más aún cuando el movimiento artíguista comenzaba a extenderse a otras ciudades, como Córdoba, donde el resentimiento hacia la capital era creciente.

Para subordinar a las provincias rebeldes y quebrar su alianza con Artigas, el gobierno central recurrió a la fuerza militar. Sin embargo, la represión de la insurrección en Santa Fe fracasó cuando los jefes del ejército porteño a cargo de Álvarez Thomas, enviado por Alvear, se sublevaron en Fontezuelas, en abril de 1815. Alvear tuvo que renunciar y fue reemplazado, en el Directorio, por Álvarez Thomas, quien envió una nueva expedición a fines de 1815.

Por otra parte, la situación política en el Litoral era demasiado compleja. La adhesión de esas provincias al artiguismo no fue ni uniforme ni estable. Con el tiempo, en cada una de ellas surgieron rivalidades internas y manifestaciones contrarias hacia la política de Artigas. Buenos Aires aprovechó esas rivalidades, al mismo tiempo que alentó la nueva invasión portuguesa a la Banda Oriental.

Esa ocupación, que se inició en junio de 181 6 —Montevideo se rindió en 1 817—, terminó quebrando el predominio artiguista sobre la Banda Oriental y, finalmente, sobre el Litoral, región que continuó enfrentada al gobierno directorial. La Banda Oriental fue anexada al Reino Unido de Portugal y Brasil con el nombre de Provincia Cisplatina. En efecto, al mismo tiempo que se debilitaba la resistencia de las fuerzas de Artigas ante el avance portugués sobre todo el territorio oriental —avance que culminó con la derrota de Artigas en Tacuarembó (enero de 1 820)—, se deterioraba su alianza con las provincias litorales. Allí, los dirigentes que emergieron de la movilización militar, como Francisco Ramírez, en Entre Ríos, y Estanislao López, en Santa Fe, habían ido adquiriendo mayor autonomía y el apoyo de las elites locales.

El costo cada vez más alto de la contribución de las provincias litorales a la guerra contra los portugueses y la urgencia por recomponer sus economías y mercados alejaron a los caudillos litorales de la influencia de Artigas, a la vez que se enfrentaban con el gobierno central. Las provincias de Entre Ríos y Santa Fe, luego de deponer con sus tropas al gobierno directorial (Cepeda, febrero de 1820), negociaron con Buenos Aires un tratado, que fue desautorizado por Artigas. El gobernador de Entre Ríos, Ramírez —decidido a gobernar su provincia sin limitaciones—, respondió a Artigas por su rechazo a la negociación: "Qué especie de poderes tiene V.S. de los pueblos federados para darles la ley a su antojo; para introducir fuerza armada cuando no se le pide y para intervenir como absoluto en sus menores operaciones internas?” El creciente autonomismo de Entre Ríos culminó en un enfrentamiento militar entre Ramírez y Artigas, quien finalmente debió refugiarse en Paraguay.

No hay comentarios:

Publicar un comentario